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El rostro del enfermo clama compañía y justicia

23 de enero de 2023
Imagen:
pixabay.com

Cuando se tiene la oportunidad de visitar un enfermo lo primero que ellos manifiestan es que la salud es un tesoro y de ella dependen diferentes factores, incluso, aquellos que agudizan las desigualdades.

Situaciones de salud que generan requerimientos específicos, por ejemplo, el uso de pañales por parte de pacientes, medicamentos no POS, requerimientos especiales para el cuidado del enfermo; transporte, alimentación, algunas veces, alojamiento de los cuidadores que impactan directamente la economía familiar 

 

Es evidente que tenemos una población que se encuentra expuesta, y con rostro concreto, que exige una mirada desde la humanidad, la compasión y la misericordia.

 

No podemos ser indiferentes ante los clamores que gritan una verdadera atención en salud y humanización de las instituciones, para lograr entender que no estamos hablando de una silla o una mesa, sino de una persona que necesita salir de su situación.

A ello se suman las circunstancias particulares de cada paciente. Nunca será igual que una persona enferma y recluida en un hospital sea de la misma ciudad de Bogotá a otra que provenga de fuera; que alguien tenga una familia en tanto otros se encuentren en situación de abandono; entre otros factores que siempre nos recuerdan que vamos en el mismo crucero, pero en diferente ubicación.

En atención a ello, es fundamental que los seguros pongan una mirada compasiva y justa ante las poblaciones más vulnerables, quienes siguen siendo los consentidos de Dios; en aquellos humildes que no tienen quién gestione una tutela, quien agilice un trámite, personas que desconocen los procesos o que no tienen los contactos.

Una conclusión importante es que en salud hay grupos poblacionales que están en mayor desventaja que otros y esto no se puede tomar a la ligera.

Colombia es un país de desigualdades en el plano económico, en distribución de los recursos, en oportunidades sociales, a esto se le suma el problema ambiental, la ilegalidad, la movilidad, la debilidad de la institucionalidad y la corrupción, por ello, seguiremos reclamando medidas efectivas que frenen este tsunami de problemáticas sociales que afectan la experiencia de vida de las personas.

Ante esta realidad, es fundamental buscar la manera de combatir la desigualdad, propender por una distribución justa de recursos en la que todos podamos contar con los medios necesario para para vivir, y evitar que la pobreza se siga imponiendo.

Desde la Iglesia como Madre, impulsada por el Espíritu Santo, es importante que se retome, asuma y mejore, a partir de las experiencias adquiridas, su deber de “Cuidar de él” como lo pide el papa Francisco en su mensaje de la XXXI Jornada Mundial del Enfermo:

 

“La enfermedad forma parte de nuestra experiencia humana, pero si se vive en el aislamiento y en el abandono, si no va acompañada del cuidado y de la compasión, puede llegar a ser inhumana”.

 

El papa Francisco nos invita a: “No abandonar al borde del camino. Que la enfermedad y la debilidad forman parte de nosotros de un modo natural, no nos excluye del pueblo de Dios, al contrario, nos lleva al centro de la atención del Señor, que es padre y no quiere perder a ninguno de sus hijos”.

*Por: padre Wilsson Javier Ávila Espejo, coordinador de la evangelización del mundo de la salud en la Arquidiócesis de Bogotá.

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