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“Juntos contra el hambre”

15 de marzo de 2023
Imagen:
Eje 21

Así se titula el informe de gestión 2022 que presentó recientemente el Banco de Alimentos, una obra de la Arquidiócesis de Bogotá. A renglón seguido dice: “más de 18 millones de kilos de productos entregados en el 2022”. Y se añaden otros datos, no menos impresionantes: 574.454 personas atendidas, 993 organizaciones beneficiadas, 10.481.692 kilogramos recibidos en donación, 2.268.018 kilos de frutas, verduras y hortalizas rescatadas en Corabastos … Toda esta obra, como lo señala en el informe el arzobispo de Bogotá y cabeza de esta obra monumental, constituye al Banco de Alimentos en un sembrador de esperanza en muchos sentidos.  De eso no cabe la menor duda.

Es necesario hacer el reconocimiento claro de lo que está realizando el Banco de Alimentos por las personas más necesitadas de Bogotá y de otros lugares del país. Y es uno de esos signos que hoy en día reclama la sociedad de la Iglesia, aunque también hay que decir que algunos se niegan a verlos, por muy grandes que sean, tal como le sucedió a Jesús en tantas ocasiones. Pero eso no detiene el espíritu de la obra.

El reconocimiento debe alcanzar a su director ejecutivo, el padre Daniel Saldarriaga, quien ha sido el alma que ha hecho crecer esta iniciativa del cardenal Pedro Rubiano cuando fungió como arzobispo de Bogotá y que sus sucesores han apoyado de todas las maneras posibles. Y a la junta directiva, lo mismo que a cada uno de los operarios del banco. Alcanzan los aplausos para los donantes, los voluntarios, las instituciones que apoyan de muy diversas formas. En fin, en justicia hay que decir que en el Banco de Alimentos las cosas se están haciendo bien gracias a las personas allí comprometidas.

Al tiempo que hacemos este elogio más que merecido, tomamos otra anotación que aparece en el mismo informe de gestión del año 2022: “En Colombia 15 millones de personas pasan hambre”. Esta sigue siendo una realidad que pesa sobre toda la nación y debe ser el motivo más urgente para que desde todos los ámbitos: público, privado, institucional, legislativo, productivo, se piense una y otra vez, qué es necesario hacer para que ningún ciudadano de la República pase hambre.

Las iniciativas subsidiarias, como lo es el Banco de Alimentos, tratan de paliar un mal que debe encontrar solución de raíz. Esta grave situación deja ver cómo en Colombia hace falta crear mucho más trabajo y empleo y cómo es necesario que cada patrón no deje de pensar si lo que paga a sus trabajadores les alcanza para comer y todo lo demás que requiere una vida digna y en tranquilidad. En este campo queda todo por hacer.

A nivel de Iglesia, los resultados de una obra como la del Banco de Alimentos son un aliciente para seguir trabajando en obras de alto impacto. Son también un buen indicador de que la Iglesia sigue siendo un excelente punto de encuentro para unir voluntades que trabajen por el bien común y especialmente el de los más pobres y necesitados.

Todo bautizado debe sentir como propias las obras de la Iglesia, divulgarlas con entusiasmo y unirse a ellas en la medida de sus posibilidades para que la caridad de Cristo llegue a todos.

Los bancos de alimentos, los jardines, escuelas y colegios, las universidades, los centros de salud, los ancianatos, los centros de escucha, las fundaciones, las despensas parroquiales y muchas otras obras, dejan ver el compromiso diario, real, concreto y a fondo, que tiene la Iglesia católica con la nación colombiana. Así debe ser y ojalá así se conserve espíritu y crezca aún  más.

Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
Fuente:
Dirección Periódico El Catolicismo
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