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A propósito del cardenalato de nuestro arzobispo…

4 de octubre de 2023
Imagen:
de referencia - elespectador.com/Foto: EFE - GIUSEPPE LAMI

Repasemos algunas cuestiones básicas sobre la Iglesia, sobre la forma en la que está organizada su autoridad, es decir, su jerarquía. A veces nos hacemos mil ideas extrañas, apoyadas por películas conspiranóicas, que nos llenan de desconfianza, y nos hacen desviarnos de la verdad de la Iglesia.

Digamos lo básico, de forma sencilla: la iglesia conserva una organización jerárquica, esto es, conserva una estructura de autoridades y de acatamientos. Para la Iglesia católica la autoridad reposa también en una consagración sacerdotal. En este sentido, la autoridad en la Iglesia siempre viene ocupada por un sacerdote. Tenemos pues un sacerdocio ministerial, porque es el que se concede por una ordenación, por un sacramento.

Debemos entender otra cosa importante, el ministerio apostólico, el sacerdocio, tiene tres grados distintos: El episcopado, el presbiterado y el diaconado. Estas palabras se nos hacen raras, ¿no?, pero se debe sobre todo a que son palabras extranjeras, que vienen del griego, y son tan antiguas como el Nuevo Testamento, de donde las tomamos: así se nombraban ya en los Hechos de los Apóstoles, y seguramente no hemos querido cambiar sus nombres, no hemos querido traducirlos, y hasta hoy los conservamos. Es decir: ya los primeros cristianos se reunían en iglesias, y llamaban a unos diáconos, a otros presbíteros y a otros obispos.  

Retomemos: diácono, presbítero y obispo, lo que sigue es explicar un poco en qué consiste cada uno de estos grados. Iniciemos precisando que la autoridad en la Iglesia debe entenderse con mucho cuidado, entre más autoridad, más responsabilidad, más obligación de servir con más tiempo, más entrega.

A más autoridad más entrega, más servicio. ¡Cuidado con confundir autoridad con privilegio!, eso es clericalismo. De este vicio, del que lamentablemente no faltan ejemplos, se desprende el maltrato, los enriquecimientos, los privilegios sociales, etc.

Pero volvamos a lo nuestro. Digamos un par de cosas de estos tres términos extranjeros. Del primero, diácono, que traducido sería algo así como servidor, decimos que es un hombre que, después de años de estudio, preparación en su seminario (por lo cual lo llamamos seminarista), es llamado, mediante una ordenación, al servicio más inmediato de la comunidad, a servir al pueblo de Dios en algunas actividades, por ejemplo: la predicación, bautismos, matrimonios. Debo hacer una aclaración: a este nivel del sacramento del orden están llamados también hombres casados, a los que llamamos diáconos permanentes. Bien. Seguramente se quedan algunos elementos, pero sigamos adelante.

Luego, el presbítero, que significa anciano, es el grado del orden sacerdotal al que normalmente se le confía el pastoreo de las almas en una parroquia (aunque no necesariamente), y al que con el correr de los años hemos terminado llamando con palabras más cercanas, como padre, cura y párroco (porque al presbítero normalmente se les encarga una parroquia). ¿Qué sacramentos pueden realizar? Pueden hacer aquello que hace el diácono, esto es: matrimonios, predicación, bautismo, además de la confesión, extremaunción y, lógicamente, la eucaristía. Normalmente en la Iglesia católica solo pueden acceder al presbiterado hombres célibes, es decir, no se casan, no forman familia.

Por último, hablemos del obispo, que vendría siendo algo así como vigilante, guardián, el que otea sobre el rebaño. En últimas, es el pastor de la Iglesia. Por eso normalmente tienen un báculo para simbolizar precisamente esta función de pastores. Son pocos los que llegan a ser obispos, llamados de entre los presbíteros que han demostrado, durante años, entrega fiel y prudente a su pueblo. Un obispo puede realizar todos los sacramentos, es decir, todos aquellos que da el diácono y el presbítero, además de la confirmación y, sobre todo, la ordenación sacerdotal.

A algunos sacerdotes los llamamos monseñor, sobre todo a los obispos. En realidad, no son grados del ministerio sacerdotal, sino títulos que representan una manera de honrarlos. Monseñor, de hecho, viene de la palabra Monseigneur, que es como decir mi señor. También a algunos los llamamos arzobispos, pero digamos por lo pronto que se trata de otra forma de nombrar a los obispos, pero denotando que son los encargados de iglesias importantes, llamadas Arquidiócesis.

Por último, algo sobre los cardenales: ¿Qué son? ¿son más obispos que los otros obispos? No. Se trata de un llamado, de un nombramiento, de entre todos los obispos del mundo, (aunque también pueden ser llamados presbíteros, diáconos) para ser los colaboradores más cercanos al Papa. Se visten de rojo (ya no de morado) porque se comprometen a dar la vida (hasta la sangre) por la defensa de la fe. Algunos llaman a los cardenales los príncipes de la Iglesia, aunque es una expresión ahora extraña, Se refiere principalmente a que, llegado el momento, se deberá escoger de entre ellos al sucesor del Papa.

Hemos querido hacer estas precisiones, que seguramente por intentar ser sencillas pueden crear ciertas imprecisiones, pero sobre todo hechas con la intención de aprender a conocer la Iglesia, a conocer su forma interna. Para alegrarnos del nombramiento como cardenal de nuestro arzobispo Luis José Rueda Aparicio.

Debemos entender que su responsabilidad es ahora más grande. Lo encomendamos en nuestras oraciones, para que el Señor lo llene de su fortaleza, le dé un corazón de pastor. 

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Por: Pbro. Jesús Arroyave Restrepo, párroco en San Mario - capellán del colegio Adveniat

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