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LITURGIA - Lección primera en el aprendizaje de «pescar hombres»

1 de enero de 2021
Jesus
Hace ocho días iniciamos la lectura del relato del evangelio según san Marcos en la misa dominical

 Este inicio nos presentó la actividad evangelizadora de Jesús descubriéndonos la cercanía del Reino de Dios y convocando a dos pares de hermanos, Simón y Andrés, Santiago y Juan; a ellos los invitó a seguirlo y a llegar a ser pescadores de hombres. En el evangelio de este domingo (Marcos 1, 21-28) Jesús empieza a formar a sus discípulos en la pesca de hombres.

El episodio del evangelio de hoy presenta la primera lección de Jesús en el aprendizaje de ‘pescar hombres’. La narración de esta primera lección del magisterio de Jesús está enmarcada por la apreciación de su ‘enseñanza con autoridad’. Al inicio del episodio los congregados en la sinagoga de Cafarnaúm contrastan el estilo de Jesús con el de ‘sus’ maestros y señalan que Jesús ‘enseña con autoridad’; en la conclusión del relato, la reacción ante la liberación del endemoniado lleva a los testigos a reconocer «una enseñanza nueva expuesta con autoridad».

Actuar, hablar o enseñar ‘con poder’ nos hace pensar en una actuación con la fuerza del Estado o de lo institucional, entonces estaríamos ante una persona revestida o respaldada por algo o por alguien fuera de ella. Algo distinto es actuar, hablar o enseñar ‘con autoridad’; en este caso se trata de una persona en la que reconocemos en ella misma la fuerza de su actuar. 

En el evangelio de la misa de hoy entendemos que los testigos en la sinagoga de Cafarnaúm perciben en Jesús una certeza directa e interna, reconocen un profundo sentido de la inspiración divina en su obrar.

Esta doble mención de la autoridad en el texto nos invita a reconocer que la enseñanza de Jesús no se reduce al plano de lo intelectual como si se tratara de algo meramente especulativo; la palabra de Jesús transforma la realidad. 

Ahora detengámonos en la liberación del endemoniado. Con algo de ironía, Marcos sitúa un endemoniado en medio de la reunión de la sinagoga. El texto explica que se trata de un hombre «que tenía un espíritu maligno». El espíritu ‘maligno’ caracteriza la situación de una persona fuera del ámbito divino, es decir, se trata del estado de una persona fuera del ámbito en donde Dios actúa; lo contrario viene a ser la condición del hombre que tiene el Espíritu Santo.

Importante notar aquí la incoherencia gramatical en el parlamento de este hombre. El poseído por el espíritu maligno levanta su voz para pronunciar tres frases, las dos primeras están en plural («¿Qué tenemos que ver nosotros contigo? ¿Has venido a acabar con nosotros?»), la tercera frase la expresa en singular («Sé quién eres»). Esta incoherencia gramatical bien describe la situación de fractura interna, de contradicción. El espíritu maligno crea dispersión, lleva a la incoherencia.

Lo central de la escena es la intervención de Jesús, su palabra con autoridad. El espíritu maligno retuerce violentamente al hombre: gritó el hombre y quedó libre deldominio del mal. 

Estamos ante la primera lección en cuanto a pescar hombres: pescar hombres es sustraer a la persona del ámbito de la marginación; es sustraerle al dominio del mal el hombre para hacerlo libre; es trasladarlo al ambiente donde Dios actúa. 

Esta es la primera lección en el aprendizaje para llegar a ser pescador de hombres: rescatar al ser humano de las situaciones que deshumanizan y regresarlo a su ámbito propio, que es el de Dios.

En muchos casos el trabajo de la evangelización tiene que comenzar por volver a las personas al ámbito de Dios y esto más que doctrinas. En no pocas ocasiones el trabajo evangelizador de la Iglesia tiene que comenzar por ayudarle a la misma persona a reconocer su dignidad, a sensibilizarla para ser consciente del amor de Dios, fuente de vida. Ahí comienza el Reino. Así comenzó Jesús su evangelización. 

 

 

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