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Historias de vida

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“Soy el hombre feliz, le doy gracias a Dios”

1 de junio de 2023
OAC

Con amplia sonrisa y ojos de gratitud, monseñor Daniel Ferreira Sampedro compartió con El Catolicismo su experiencia sacerdotal; lo que ha significado, a nivel personal, familiar y comunitario, su sí generoso al Señor.

Soy el hombre feliz, le doy gracias a Dios, me siento realizado en mi sacerdocio. 62 años de ordenado, y realizado completamente”.

 

“Cuando iba a entrar a La Apostólica, estoy hablando del año 48, nos hicieron una entrevista a los aspirantes, y me preguntó el padre: ¿Por qué quieres ser sacerdote? Le dije: quiero servirle a la gente… y creo que ha sido eso".

 

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"Es un servicio, que a veces uno mismo se dice para sus adentros: pero es demasiado lo que le piden a uno, sin embargo, me ordené para servir, de tal manera que he querido y buscado que así sea”, afirma.

Con una vocación surgida y fortalecida en un hogar católico, piadoso y numeroso, manifiesta la alegría y bendición que representa para él y para su familia las vocaciones suscitadas.

 

Familia

 

“Entre las bendiciones que nos regaló nuestro Señor, además de una familia numerosa, 13 hijos; y unos papás absolutamente del otro mundo, pero siendo de este, porque se reían, nos regañaban y se ponían bravos; tuvimos el regalo especial de cuatro hermanos sacerdotes”.

 

con sus hermanos sacerdotes

 

“Nos acompañamos, los cuatro tuvimos momentos difíciles, sufrimos… y estuvimos siempre los unos para los otros… De modo que feliz en mi sacerdocio, en mi vida, en lo que he hecho, y en las realizaciones”.

La buena actitud como estilo de vida, y la confianza plena en La Divina Providencia

Su vida y ministerio han estado marcados por un sentimiento de gratitud y compromiso ante el Señor, su Iglesia y las comunidades. Este estilo de vida le ha permitido superar los desafíos que conlleva el ministerio y ser consciente de la gracia que ha recibido.

 

He manejado una palabra que creo que es valiosa: la actitud. Actitud ante la vida, ante los problemas, ante las alegrías, de tal manera que esté uno ni para dejarse embriagar por los éxitos o por las satisfacciones, ni dejarse morir por las dificultades… Esa palabra me llena, y la traduzco en la vida cristiana a Fe”.

 

De modo que, agrega: “Yo creo en la fe, en toda su dimensión; ampara mi condición de sacerdote, me llena plenamente, y puedo asumir la actitud ya con otro carácter, en orden a alabar a Dios, a servirle a Dios, y esa ha sido mi vida, y esa es mi realidad”.

 

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“Otra de mis expresiones es: <<El que no crea en La Providencia que venga a hablar conmigo>>. Encuentra uno la acción providencial, la gracia de Dios, el estímulo en la gente, en las realidades que vive… Tropiezos, si hay, pero hay que superarlos y seguir en nuestro Señor; Él va mostrando el camino. Hay que hacerle frente a la vida”.

La vida es la Parroquia”

Profundamente comprometido con cada servicio que asumía, monseñor Daniel, amó, aprovechó y se entregó en cada tarea encomendada.

Me ordené y me nombraron superior en el Pre-seminario, éramos el rector y tres sacerdotes. El rector era monseñor Joaquín García. Duré 8 años en ese trabajo, absolutamente feliz. Se hace uno como dice San Pablo <<todo para todos>>, y entonces se hace uno niño viviendo su sacerdocio y tratando de estimular a los niños para que sean buena gente, para que respondan a la posible vocación. Entonces feliz en el Preseminario y la salida me dolió, debo decir que lloré”.

Sin embargo, al experimentar la vida en parroquia comprendió la grandeza de construir comunidad en torno a la Palabra. “Se crea una cercanía con la gente, que siente uno como su familia y la gente lo siente a uno también de esa manera”.

 

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“No es solo predicar, decir la misa, confesar, atender a la gente; si no es esa cercanía que les da la seguridad de acercarse al sacerdote, de buscar el consejo, la ayuda, uno puede y debe atender todo eso”.

Estudios y servicios desempeñados:

Realizó estudios de filosofía (1954 – 1956) y teología (1957 – 1960) en el Seminario Mayor de Bogotá. Fue ordenado sacerdote en Bogotá, el 27 de noviembre de 1960, por monseñor Luís Concha para el Servicio de la Arquidiócesis de Bogotá. 

Estudió Derecho Canónico en Roma (1979).

Inicio su servicio pastoral como profesor de Pre-seminario (1960); vicario sustituto de la parroquia de Santiago Apóstol- Fontibón (1962); vicario sustituto en Santa Rita de Cassia (1964); ayudante Tesorería del Arzobispado y capellán del Colegio Santa Francisca Romana (1966); miembro de la Junta Administradora de Bienes Eclesiásticos (1967); párroco en San Ambrosio (1968); capellán del Colegio Victoria Regia (1970); delegado de la Curia en la Junta Directiva de la Fundación para la Adopción de la Niñez Desamparada (FANA) (1972); arcipreste del Arciprestazgo 1.7 (1975); suplente en la junta directiva de la Fundación “María Teresa Roldan de Vargas”(1984); representante del señor arzobispo en la junta directiva de la Fundación María Teresa Roldán de Vargas (1985); juez del Tribunal Eclesiástico Regional de Bogotá (1989); vicario judicial adjunto para el Tribunal Eclesiástico Regional (1990); capellán del Colegio Nueva Granada (1996); vicario judicial adjunto del Tribunal Regional de Bogotá (1998); párroco Ad Tempus de San Juan de Ávila (1998); vicario judicial adjunto en el Tribunal Eclesiástico Regional de Bogotá (2001); delegado para la atención pastoral que precede a la celebración del matrimonio cuando uno de los contrayentes es extranjero, sea o no católico (2003); vicario judicial adjunto del Tribunal Eclesiástico Regional de Bogotá. (2007); administrador parroquial en San Juan de Ávila (2011); vice postulador en la causa de beatificación y canonización del Siervo de Dios Ismael Perdomo (2013); adscrito en Santa Inés de Gaymaral y asesor en el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano de Bogotá (2015); patrono estable del Tribunal Eclesiástico Arquidiocesano (2016); representante del señor arzobispo de Bogotá en la junta directiva de la Fundación para la Asistencia de la Niñez abandonada – FANA (2017); actualmente sirve como defensor del vínculo en el Tribunal Eclesiástico de Zipaquirá. Sacerdote emérito desde el año 2015.

Reconocimiento especial: El 4 de agosto de 2010 recibió de la Santa Sede, el título de Prelado de Honor del Papa.

 

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Dato curioso:

- Colecciona pesebres, actualmente tiene más de 300 nacimientos.

- Aunque no se dedicaba a desarrollos artísticos, hizo los vitrales para la capilla de San Ambrosio, la historia la cuenta en su libro: ‘Mis dos parroquias’.

 

A sus hermanos sacerdotes:

“Confíen en La Providencia y vivan su sacerdocio con toda la realidad y la sinceridad; sin comedias, sin agradar a nadie, sin desagradar a nadie…Cada uno está haciendo lo que tiene que hacer”.

A continuación, entrevista a monseñor Daniel Ferreira Sampedro:

Testimonio sacerdotal de monseñor Daniel Ferreira Sampedro
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