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Reconocer a Jesús resucitado

14 de abril de 2024
jesús
Imagen:
GIPS
El episodio de Emaús, más que una crónica sobre un hecho histórico, es una catequesis

Es una sabia lección dictada por el mejor de los maestros Nuestro Señor Jesucristo resucitado. Hoy diríamos: nos enseñó cómo reconocer su presencia  en la vida de todos los días: Él, vivo, hace camino con nosotros.

Los dos discípulos caminan envueltos en la tristeza y el desaliento por el escándalo de la cruz. Esperaban que Jesús fuera el liberador de Israel, un Mesías triunfal, pero su muerte en la cruz hizo desvanecer todas las esperanzas puestas en él. “Ellos esperaban”, pero condenado y muerto ya no esperan nada. Por eso no reconocen a Jesús resucitado cuando se les aparece como un caminante más.

Jesús les explica el proyecto de Dios, las Escrituras, ellos lo escuchan y empiezan a sentir arder su corazón. Y como ya se hacía tarde, le piden que se quede con ellos. Se sientan a la mesa, y al partir Jesús el pan, se les abren los ojos, y lo reconocen. 

Es, hermanosla nueva forma de presencia de Jesús: su Palabra, y sentados a la mesa, su Cuerpo y su Sangre: es la Eucaristía. Es en la reunión fraterna, en la fracción del pan compartido donde y cuando los discípulos descubrimos la nueva presencia del Señor en medio de nosotros.

Al regresar a Jerusalén y encontrarse con los discípulos en el Cenáculo, dijeron:¡Hemos visto al Señor!. Esa es la misión de los discípulos, y la nuestra. Anunciar el Evangelio, dar testimonio  de lo que hemos visto y oído, para que los demás, escuchando y viendo, crean en Jesús resucitado.

También nosotros podemos encontrarnos en algún momento de nuestra vida en el mismo estado de ánimo de los discípulos de Emaús. Nos dicen que Jesús está vivo, pero nuestra fe en Cristo resucitado es demasiado fría. No arde nuestro corazón, no se nos abren los ojos para reconocerlo y pedirle que se quede con nosotros. 

Señor resucitado: dadnos tu luz, tu paz y tu verdad; haznos sabios, prudentes pero valientes, caritativos y llénanos de esperanza. Haz camino con nosotros como lo hiciste con los discípulos de Emaús; háblanos todos los días para que arda nuestro corazón, y quédate con nosotros, porque en Colombia, nuestra patria, se está haciendo tarde y el cielo está muy nublado. 

Fuente:
Padre Carlos Marín G.
Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones
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