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Nunca olvides el significado de la Navidad

24 de diciembre de 2021
Nunca olvides el significado de la Navidad
Imagen:
pikist.com

No hay nada más inclusivo que la celebración del nacimiento del Niño que vino a salvar a todos.

“La belleza de la Navidad se refleja en el intercambio de pequeños gestos de amor concreto” Papa Francisco

Seguro has notado que en algunos lugares se busca desvirtuar la Navidad, disminuirla, quitarle su significado, hacer que olvidemos el verdadero origen, reinventarla con un: “Felices Fiestas”.

Como católico, he leído consternado en los noticieros, que la Unión Europea ha querido eliminar la Navidad de un plumazo, como si se pudiera.

“Es más inclusivo y no discriminatorio decir Felices Fiestas”. ¡Total ingenuidad! No les hagas caso.

El origen de la alegría

Si leyeran las Sagradas Escrituras sabrían <<quién>> llega, el amor y la alegría que a todos les da.

“El pueblo que andaba a oscuras vio una luz grande. Los que vivían en tierra de sombras, una luz brilló sobre ellos. Acrecentaste el regocijo, hiciste grande la alegría. Alegría por tu presencia, cual la alegría en la siega… Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz».”

Isaías 9

Nada hay más inclusivo que la Navidad, pues Jesús vino a salvarnos a todos, como hijos de Dios, amados desde la eternidad.

En tiempo de gozo y fraternidad, ten en cuenta:

¡Ha nacido el Salvador!

Si tan solo viviéramos en la dulce presencia de Dios, recordando que tenemos un alma inmortal y estamos de paso en este mundo, que nos espera un cielo prometido. ¡Si tan solo supieran!

Dices “Felices Fiestas” cuando olvidas el sentido y significado de la Navidad.

Celebramos un momento histórico, extraordinario. Ha nacido nuestro Salvador, restaurando nuestras vidas y renovando las esperanzas de un cielo prometido.

La Navidad se trata de recordar y celebrar el Nacimiento de Jesús, un regalo de amor que nos hizo Dios.

Agradecer y compartir

Agradecidos y emocionados, compartamos la buena noticia como corearon los ángeles aquella noche extraordinaria: “Nos ha nacido un Salvador, el Mesías, Hijo de Dios”.

Anímate a decir: “¡Feliz Navidad!” y experimenta la alegría de ser católico.

Me encanta hacerlo y veo cómo se iluminan sus rostros y cambian y te devuelven aquel “¡Feliz Navidad hermano!».

Sí, estamos locos de amor por el pequeño niño, el hijo de Dios que ha de nacer en nuestros corazones.

Un poco de historia

La fiesta de la Navidad

Fue instituida por la Iglesia en el siglo IV y es originaria de la Iglesia latina y más propiamente de la Sede Apostólica de Roma.

Por falta de documentos exactos sobre el nacimiento de nuestro Señor, no existe una certeza absoluta acerca del año, que algunos escritores sagrados y profanos señalan entre el 747 y 749 de la fundación de Roma (del 7 al 5 A.C.), y del día, que han hecho oscilar entre el 25 de marzo y el 17 de diciembre.

Hay pruebas del este griego y del oeste latino donde los cristianos intentaban averiguar la fecha del nacimiento de Cristo mucho antes de que lo empezaran a celebrar de una forma litúrgica, incluso en los siglos II y III. De hecho, las pruebas indican que la atribución a la fecha de 25 de diciembre fue una consecuencia de los intentos por determinar cuándo se debía celebrar su muerte y resurrección.

Para profundizar más sobre este tema, pueden leer el siguiente artículo: "Calculando la Navidad: la auténtica historia del 25 de diciembre"

El 25 de diciembre y la Navidad

Navidad no es el 24 de diciembre, es TODO el 25 de diciembre. Eso sí: Navidad no es la celebración de una fecha sino de un hecho, el nacimiento del Salvador, evento absolutamente decisivo en la historia de la salvación. Es entonces una conmemoración del significado de ese hecho. Se lee en las profecías:

Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; le ponen en el hombro el distintivo del rey y proclaman su nombre: "Consejero admirable, Dios fuerte, Padre que no muere, príncipe de la Paz." (Is 9, 5)

Ese hecho fue de tal magnitud que todo el cielo lo celebró:

De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron junto al ángel, y alababan a Dios con estas palabras: "Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres: ésta es la hora de su gracia". (Lc 2, 13-14)

Nosotros, los beneficiados con este hecho, tenemos no solamente motivos sino una verdadera obligación de celebrarlo.

Como lo importante es el significado, todo lo anterior se resume en que debemos ser conscientes de que hubo un día en el que Dios encarnado llegó a nuestras vidas, las cuales deben estar listas para fructificar bajo su luz ("Yo soy la luz del mundo" dijo Jesús en Jn 8, 12), de aquí que la temporada de adviento sea de penitencia y reflexión (ese es el sentido del color morado en los trajes de los sacerdotes en las misas, el mismo color de la cuaresma).

Como dijo el Santo Padre Juan Pablo II:

"Jesús nace para la humanidad que busca libertad y paz; nace para todo hombre oprimido por el pecado, necesitado de salvación y  sediento de esperanza."

 

Fuente:
es.aleteia.org / es.catholic.net
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