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Dando fruto es como se honra y se da gloria a Dios

28 de abril de 2024
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La vid, la viña en la tradición profética designa a Israel como pueblo elegido y cuidado por Dios con amor. Jesús afirma que Él es la verdadera Vid y que el verdadero pueblo de Dios es la nueva comunidad; su existencia e identidad depende de su participación en la vida de Jesús.

Jesús dice que el Padre poda a los que dan fruto para que den más. (algunas traducciones de la Biblia, en vez de podar usan el verbo limpiar). Poda o limpia a los que ama, por ejemplo, de la soberbia, de la autosuficiencia; y a los sarmientos que nada producen, los corta.

El mensaje de Jesús, se centra en la interrelación y comunicación vital entre el tronco y los sarmientos. Para expresarlo usa el verbo permanecer. Permanecer unidos a Cristo Jesús es condición irreemplazable si se quiere dar fruto, si se quiere tener vida. La savia de Jesús, el Espíritu de Jesús, debe circular por las venas del discípulo.

Él es la vid y nosotros los sarmientos. La unión debe ser íntima, vital, dinámica, permanente, total. Vid y sarmientos forman un todo. Los sarmientos son nada si se separan de la vid. Quiere decir que el verdadero dinamismo cristiano se muestra en “la permanencia” del discípulo en Jesús, en su Palabra, en su vida.

En cada sarmiento, en cada discípulo, debe correr la savia que proviene de Jesús, si quiere dar fruto abundante; es el compromiso de todo cristiano.

La unión con Jesús y el espíritu que Él infunde, llevan necesariamente a la acción. Un cristiano, una comunidad cristiana no pueden encerrarse en sí mismos. Así se define la religiosidad o espiritualidad del nuevo pueblo de Dios. Dando fruto es como se honra y se da gloria a Dios Padre.

Si no hay unión vital con Jesús la fe se seca y ya no es capaz de animar nuestra vida. Se reduce a confesión verbal, ocasional, vacía de contenido.

En muchos de los nuestros hay desgano, hay indiferencia, hay inmovilismo, hay una notoria falsa seguridad; no hay creatividad, ni coraje para luchar contra la injusticia y la corrupción, contra el populismo y la demagogia, contra la miseria y la opresión.

El permanecer unidos a Jesús poda, purifica y fortalece nuestra vida, nos hace capaces de ser coherentes con nuestra fe en Dios. Toda la fuerza y la vitalidad del cristiano, nace de Jesús. Si la savia del Resucitado corre por nuestras venas, tendremos alegría, creatividad, coraje para vivir como Él y para sembrar vida en esta patria nuestra, hoy tan necesitada de unión vital con Jesús, Hijo de Dios.

Padre Carlos Marín G.

 

 

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