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12 de octubre de 1492: ¿celebración o vergüenza?

12 de octubre de 2016
12 de octubre de 1492: ¿celebración o vergüenza?

Desde hace unos años se ha venido desmitificando la llamada Conquista de América y en lugar del sentimiento de agradecimiento y admiración hacia los conquistadores “por…

Si bien la mayoría de europeos durante los periodos, tradicionalmente, conocidos como Conquista y Colonia desconocieron y arrasaron la cultura autóctona incorporaron el continente americano a la tradición cultural occidental.

Los españoles que llegaron al nuevo continente venían de librar una lucha épica contra los musulmanes, por algo más de ocho siglos. De hecho, el mismo año del “descubrimiento” de estas tierras, en abril, se había rendido a los Reyes Católicos el último reducto moro en Granada.

Uno de los estamentos más acusados por el exterminio cultural ha sido la Iglesia católica, pero es preciso resaltar, al menos, tres figuras determinantes en la defensa jurídica, teológica, antropológica y cultural de las civilizaciones autóctonas del continente, son tres frailes dominicos: Francisco de Vitoria, Antón de Montesinos y Bartolomé de las Casas.

 

Francisco de Vitoria nunca estuvo en América. Nació en Burgos, España, en 1483 o 1486. Ingresó a la orden de los frailes dominicos en 1504. La dignidad y los problemas morales de la condición humana fueron el eje en torno al que se desarrolló su obra. Fue especialmente influyente por sus aportaciones al derecho, aunque también tuvieron gran repercusión sus estudios sobre teología y sobre aspectos morales de la economía. Su gran preocupación estuvo centrada en los derechos de los indios.

En su obra De indis expresó su postura ante el conocimiento de diversos excesos cometidos en las tierras conquistadas en América. En ella afirma que los indios no son seres inferiores, sino que poseen los mismos derechos que cualquier ser humano y son dueños de sus tierras y bienes.

Este fue el inicio del Derecho de gentes. Muy respetado por su valía intelectual, fue consultado por el rey Carlos I y sus ideas y las de fray Bartolomé de las Casas fueron escuchadas en las cortes. Gracias a estos dos religiosos, en 1542 se promulgaron las Leyes de Indias, que afirmaron que los indios eran seres humanos libres y los ponía bajo la protección directa de la Corona (1).

 

Bartolomé de las Casas. El padre de Bartolomé, el comerciante Pedro de las Casas, embarcó con Colón rumbo a las Indias para su segundo viaje. Cuando la expedición regresó trajo 600 indios y el padre le regaló uno a su hijo Bartolomé para que le sirviera. Para la reina Isabel fue escandaloso saber que Colón hubiera tomado a los indios como esclavos y ordenó que se les tratara como a cualquiera de sus súbditos, además ordenó que se castigara con la pena de muerte a todo aquel que tuviera indios como esclavos.

Alrededor del 1500 Bartolomé terminó sus estudios en Salamanca y consiguió una plaza como doctrinero en una expedición a las Indias que partió del puerto de Sanlúcar de Barrameda el 13 de febrero de 1502. La llegada de Bartolomé de Las Casas a la isla se produjo el 15 de abril de 1502.

Después de muchos avatares, ver masacres y abusos sobre los naturales de la isla la Española, De las Casas ingresa a la Orden de los Predicadores (en 1506, Bartolomé de las Casas regresó a Sevilla, en donde recibió las órdenes menores al sacerdocio. En 1507 viajó a Roma y se ordenó como presbítero).

Bartolomé de las Casas regresó a La Española en 1508. En septiembre de 1509 Nicolás de Ovando fue sustituido en el gobierno de la isla por Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón. En Concepción Las Casas comenzó su trabajo como doctrinero, que compaginó con su oficio de encomendero.

En 1510 llegó a la isla la Orden de los Dominicos, que a la postre fue la que mayor aporte hizo en favor de los derechos de los indios. Los primeros dominicos que llegaron a la isla fueron cuatro, de los cuales solo se conserva el nombre de tres: fray Pedro de Córdoba, fray Antonio de Montesinos y fray Bernardo de Santo Domingo. Posteriormente llegaron más, aumentando el número a ocho. Pronto empezaron a preocuparse por los derechos de los aborígenes.

Antonio de Montesinos ingresó en la Orden de Predicadores en el Convento de San Esteban de Salamanca, donde realizó todos sus estudios.

En 1510 formó parte del primer grupo de misioneros dominicos que se embarcaron con destino al Nuevo Mundo, luego de obtener la Real Cédula con fecha de 11 de febrero de 1509, este grupo pionero de dominicos presidido por fray Pedro de Córdoba estaba conformado por fray Antonio Montesino, fray Bernardo de Santo Domingo y fray Domingo de Villamayor.

A partir de la llegada de Montesinos a la Española, su destino se cruza irremediablemente con el de De las Casas. Su vida se centrará en la defensa de los naturales en el púlpito, en la Corte, en las Encomiendas, en los escritos, en los debates.

Los sermones de Montesinos serán famosos y controversiales. El mismo Diego Colón, gobernador de la Isla, pedirá al superior, fray Pedro de Córdoba su expulsión de la Isla.

Los sermones del 21 y 28 de diciembre de 1511 denunciando los abusos y malos tratos que se estaban cometiendo en el sistema de encomiendas que llegaban a esclavizar a los indios, saltándose las obligaciones que dicho sistema les imponía a los colonizadores fueron particularmente perturbadores para los encomenderos:

“¿Estos no son hombres? ¿Con éstos no se deben guardar y cumplir los preceptos de caridad y de la justicia? ¿Estos no tenían sus tierras propias y sus señores y señoríos? ¿Estos hannos ofendido en algo? ¿La ley de Cristo, no somos obligados a predicársela y trabajar con toda diligencia de convertirlos?... Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes”.

El virrey Diego Colón presente en el oficio religioso se dirigió a hablar con fray Pedro de Córdoba al convento de los dominicos para que expulsara de la isla a fray Antonio o que, al menos, diera a la semana siguiente un sermón más suave, que apaciguara los ánimos. Gran sorpresa fue que, al domingo siguiente, el discurso fue mucho más beligerante por los indios y divulgó a viva voz cinco principios: que las leyes de la religión están por encima de las leyes de los particulares y del estado, que no existen diferencias raciales ante los ojos de Dios, que la esclavitud y la servidumbre son ilícitas, que se debía restituir a los indios su libertad y bienes y que se debían convertir a los indios al cristianismo con el ejemplo. Los colonos persuadieron a fray Alonso de Espinar, superior de los franciscanos de la isla, para que fuese a la corte a velar por sus intereses. Lo propio hicieron los dominicos, que enviaron a Montesinos para refutar los argumentos de las autoridades coloniales y sus partidarios (2).

Las consecuencias de estos enfrentamientos dieron como amplio beneficiario al indígena, pero tal vez, sólo a nivel teórico. Sin embargo, el resultado de esa polémica fue la formación de una junta de teólogos, de la que salieron las Leyes de Burgos, aprobadas el 27 de diciembre de 1512.

Fray Pedro de Córdoba las consideró incompletas y se desplazó a España para enmendarlas. El rey Fernando el Católico se mostró de acuerdo, las discusiones continuaron y el 28 de julio de 1513 se hicieron varias enmiendas. De regreso Montesinos al Nuevo Mundo trabajó como misionero en la Isla La Española y en la Isla de San Juan (Puerto Rico), donde se quedó gravemente enfermo. En 1514 participa en la primera expedición de los dominicos a la actual Cumaná (Venezuela) donde es probable que haya oficiado la primera misa en tierra firme del continente americano.

Fue el predicador en el entierro de su mentor y compañero de lucha, fray Pedro de Córdoba, el domingo 5 de mayo de 1521, fiesta de Santa Catalina de Siena. Para su predicación escogió el Salmo 133 (132): «Qué bueno y agradable, cuando viven juntos los hermanos».

 

Fray Bartolomé, por su parte 1516, escribió su Memorial de los Agravios, de los Remedios y de las Denuncias, que provocó la sustitución de Fonseca por el Obispo de Ávila, Francisco Ruiz, y de Conchillos por el secretario Jorge de Baracaldo. El acceso al trono de Carlos V permitió a Las Casas ser escuchado en la corte, de manera que la Corona le encargó un plan de colonización en Tierra Firme según sus propuestas.

En abril, Cisneros determinó enviar a tres frailes jerónimos para ejercer la gobernación de La Española. Las Casas fue comisionado consejero de los frailes y se le nombró Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias, cargo similar al de Ombudsman de Suecia que fue instituido a principios del siglo XIX.

Bartolomé de Las Casas fue, desde ese momento, protector de los indios en las islas La Española, Cuba, San Juan y Jamaica, así como en tierra firme, en referencia al continente americano. Su misión era informar a los padres jerónimos o al resto de personas que entendiesen de ello de la salud e integridad de los indios. El Almirante y jueces de apelación mandados debían guardar ese poder de Bartolomé, y las desobediencias a él se castigarían con el pago de 10 000 maravedíes.

En una de sus obras titulada Brevísima relación de la destrucción de las Indias hace una alusión bastante crítica al Requerimiento de 1512:  

Y porque la ceguedad perniciosísima que siempre han tenido hasta hoy los que han regido las Indias en disponer y ordenar la conversión de aquellas gentes ... ha llegado a tanta profundidad que hayan imaginado e practicado e mandado que se les hagan a los indios requerimientos que vengan a la fe e a dar la obediencia a los reyes de Castilla, si no que les harán guerra a fuego y a sangre, e los matarán e

Los últimos años de Bartolomé de Las Casas transcurrieron en Madrid. Estuvo en el Convento de San Pedro Mártir y luego en el de Atocha, acompañado de su amigo fray Labrada.

Fray Bartolomé de las Casas, conocido como el Apóstol de los Indios, murió en esa ciudad, en 1566. Fue enterrado en Atocha aunque, posteriormente y por su disposición testamentaria, sus restos fueron trasladados a Valladolid.

Para terminar vale hacer la mención otro dominico: Fray Domingo de las Casas, de quien se ignora su origen, aunque con claridad se sabe que celebró la primera misa en Santafé de Bogotá, el 6 de agosto de 1538. Fray Domingo se había graduado en Salamanca y pertenecía a la orden de Predicadores.

Después de la misa, Las Casas recogió una fuerte suma de oro para fundar una capellanía para que se dijesen misas por las almas de los Conquistadores que habían muerto durante el viaje. Desgraciadamente aquella suma cayó en manos de Quesada, quien la gastó, y aunque en su testamento mandó que se fundase la capellanía, como murió endeudado, no se sabe sí se cumplió. Nuestro misionero regresó a España, muy enfermo, en 1539, y en Sevilla murió al cabo de algunos años, sin haber podido recuperar su salud quebrantada (3).

 

Imágenes: ABC.es, Biografias y Vidas .com, Revista Libre Pensamiento

Notas: Wikipedia

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